lunes, 17 de enero de 2011

La partida

Partida hacia sudafrica

Voy a iniciar este blog con mi experiencia día a día en Sudáfrica, en la provincia de Gauteng, más precisamente en Pretoria.
Arribé a Ezeiza alrededor de las 14.30 luego de un viaje por autopista, durante el cual la lluvia me acompaño hasta poner el primer pie fuera del remis. El recorrido estuvo mezclado de diferentes sensaciones: ansiedad, nervios y un poco de miedo tb. Que? Miedo por el viaje? Miedo por partir hacia un rumbo de lo más lejano y hostil? No! El miedo se acrecentaba tras los continuos atentados que las gotas de lluvia nos provocaban dibujando un manto de agua cristalina en frente de nuestro destino, sumado al remisero cuya capacidad de audición estaba limitado a 5 rayitas y se regulaban desde atrás de la oreja.
Luego de desembolsar $50 pesos para momificar mi valija me dirigí a hacer el check-in. Cada hora que pasaba mi espalda mas se contorsionaba, en una pelea constante con el peso de mis dos valijas de mano (la valija devenida en momia se reía atrás mío). Los papeles que había que ir presentando eran de lo más molestos, y cada vez que los guardaba lo hacía en lugares diferentes al tiempo que esbozaba un sonrisita de amabilidad a todo aquel que me los pedía. Pero la paciencia se acababa...Las horas seguían pasando y mi estómago se encargaba de recordármelo, por lo que, luego de esquivar con habilidad las muestras de perfumes y atributos por demás llamativos de las promotoras que desfilaban en el free shop, me topé con un puesto de comida.
Saqué 30 pesos argentinos, luego de que mi mano es escabullera por cuanto bolsillo pudiera y pedí lo primero que se cruzó con mi mirada. Sorpresa fue la mía al escuchar la abultada suma que insumían 1 simple bebida y una flautita con 1 poco de fiambre. Ya era tarde, y como no soy un buen negociador, mi estómago salió victorioso.
Ya llegando al final de la travesía en ezeiza, nos dispusimos a abordar. Estaba la gente que accedía a clase primera, business y económica. Como es de suponer la 3era era mi opción, como la mayoría de las cosas que la vida me ofrecía. Esa clase era bien llamada por su nombre, ya que sus asientos de a 3 eran de lo más incómodos. Era como viajar en el subte pero por aire, y con la gente sentada obviamente.
Bueno, pero me tranquilicé, pensé en el jugo que podría sacarte a estas 12 horitas de vuelo y como había traído mi notebook llena de jueguitos, peliculas y demás tertulias informáticas, pensaba que el rato podría ser un poco más ameno. Desagradable fue mi sorpresa al vislumbrar que no había conexión a internet ni tampoco enchufar mi notebook podia, cuya batería anunciaría su descanso hasta la próxima recarga al transcurrir 5 horitas de uso.
Así que con la cara menos peor me guardé la notebook en el bolso, que me restaba espacio entre las piernas y me provocaría un sueño con calambres.
En el frente una pantallita de 14 pulgadas que nos mostraba un video de los años 70, que intentaba burlarse de la gente que tendría de vecino a victor sueiro en un tiempo nomás.
Los avances de la tecnología indicaban mi retroceso de versatilidad al ver como en los demás asientos otros pares repartían cartas al sonido de "truco", "quiero" o "flor".
Llegado el momento de la comida y la cara de pocos amigos del sudafricano que me estaba casi obligando a comer su comida meditarránea y postre simil esponja con un baño seco de chocolate, pensé en positivo...por lo menos no me tocó una señora con muchas anécdotas que me viera parecido al nieto, ni una persona de dimensiones en 1 asiento equivocado.
Hasta el día 1!

Nos vemos!

1 comentario:

  1. Nunca voy a olvidar el "No los mires directo a los ojos porque se enojan"... frase digna del encantador de perros !!!

    ResponderEliminar