miércoles, 1 de junio de 2011

La tienda de mascotas

Reanudo mis posts sudafricanos con un tema que me había quedado en el tintero y que sacaré a luz antes de que mi memoria decida de forma unilateral removerlo de esa zona gris de mi cerebro.
La tienda de mascotas se encontraba en el centro comercial por así decirlo, próximo al local de WoolWorths donde diariamente hacíamos nuestras "suculentas" compras y nos deleitábamos con los más gustosos almuerzos (ese será tema para otro post).
Era mucho mayor el deseo de disfrutar de un simpático loro "hablador" que de una escuálida e insípida ensalada con menos variedad de color que los habitantes de Pretoria.
El protagonista de aquella tienda era sin duda su famoso lorito (ya no recuerdo el nombre, ven por qué la urgencia de escribir el post?) "hablador". Remarco hablador porque eran tantos nuestros deseos de que aquel animal esbozara una palabra (si era una puteada aprendida por nosotros mejor) que en un esfuerzo inútil creo que eramos nosotros los que hablábamos y por ende nos mofábamos de como nos contestaba. Así es como se presta a la confusión en el video que dejaré a continuación, mezclándose nuestras risas con las del propio loro. Dicjo animalito estaba valudado en ese momento (no se qué onda la inflación de sudáfrica) en 3500 rands...algo así como $1800 argentinos. Una ganga?? Mmmm, lo dejo a criterio del lector, el cual luego de ver el siguiente video sacará sus propias conclusiones.

Saludos!
Mike

viernes, 22 de abril de 2011

La vuelta del Blog!

Como muchos lo venían pidiendo, aclamando y reclamando! Expresiones del tipo: "Che Mike y el blog? Que pasó?" , "Uh me lo perdí! Me dijiste que hiciste un blog" y otras no tan felices: "Se te fue la mano! Mirá si te guglean y ven esto"...Siiii, luego de pensarlo, y ver ahí el blog triste offline, invitándome a reabrirlo me dije a mí mismo: "Por qué no?" Y opté por la reapertura! Un blog tan ácido que van a tener que leerlo con una cuchara de Mylanta al lado! En esta nueva etapa voy a plasmar lo que sería las "memorias" del viaje a Sudáfrica...y cuando se acaben las memorias veré como lo voy estirado!
De este modo ávidos e intrépidos lectores les doy la bienvenida nuevamente!
Nos estamos viendo en futuras entradas!
Saludos,

Mike

martes, 1 de febrero de 2011

El viaje de vuelta

La mini comida que servían en el avión

Voy a escribir esta entrada en "tiempo real"...algo así com Jack Bauer en la serie 24.
Por que la inquietud de generar un nuevo post en este momento? Porque me encuentro en el vuelo de vuelta a mi querida Argentina! Querida! Claro que sí! No veo la hora de estar en mi cama tirado escuchando el disco rígido de mi cpu de fondo, y el puntito rojo del televisor pegándole en el ojo derecho.
El abordaje a este avión fue definitivamente con el pie izquierdo, tras una serie de sucesos desafortunados que pasaré a relatar a continuación. Lo primero que quiero hacer mención son las incontables veces que te piden el pasaporte! Conté como 4! Basta muchachos, estoy empujando la valija, con 3 horas de sueño y 2 tímidas tostadas en el estómago, con la mochila en la espalda cual boliviana transportando a su hijo y el morral con la notebook colgándome de un hombro como si fuera un niño de lo más travieso tirando del brazo de su padre para volver a la jugutería. Para colmo, cuando te hacen el escaneo a ver si tenés desde un rifle hasta una botellita de agua, hasta el antitranspirante me sacaron! Y bueno, qué le voy a hacer, es que preparé la valija a las apuradas... y puse las cosas que no tenía que poner en el lugar equivocado! Hasta tijera tenía! Y si...pero la llevo por si tengo que cortar algún envase. A fin de cuenta, la pobre terminó en la basura y para peor de todo ahora si no me podía cortar nada! Lo que más me dolió fue mi crema protectora que me había costado una alta cantidadde dinero, sumado a una crema para el pelo que me es difícil conseguir! Y bueno, de las experiencias se aprende dicen...no?
Van 6 horas de vuelo...con las 3 horas que tenía en mi saldo acreedor, me da un total de 9 horas sin dormir...pero como hombre precavidio que soy, me pongo a hurgar entre mis pertenencias usando el celular de linterna, en la búsqueda de las pastillas para ir al mundo de los sueños. Tras revolver y revolver inútiles fueron mis esfuerzos tras los cuales mis dedos volvían con boletos o monedas, todo menos las pastillas! Estoy cansado de practicar posiciones de yoga en mi asiento! Me quiero dormir!
A todo esto me viene a la cabeza una frase de un compañero: mike...en el vuelo para que se pase rápido la idea es comer..Minga comer! No me traen nada! Estoy esperando mi café con leche con un triple de jamón y queso!
La comida que sirvieron al mediodía es similar a esas maquetas que hacen los arquitectos, donde podés ver de todo pero chiquitito! Tenés de todo, la cucharita para el postrecito, el tenedorcito para la carnecita! El vasito para el tecito... Pobrecito el que tiene que satisfacer su hambruna con semejante muestra de menudencias!
Bueno, parece que me pegó el sueño, las ventanas siguen cubiertas, pasan una película que no me interesa, la gente parece que duerme, poco silencio...y de repente...el sol??? acaban de destapar las ventanas?? Pero...si yo quiero dormir ahora!! Ah lo que me faltaba...que me digan cuando quiero dormir!! Justo que me había olvidado de las pastillas y usado de placebo un caramelo de mentol, la gente empieza a sacar los dados y jugar a la generala! Ahora si que no me voy a poder concentrar...
Al cabo de 3 horas de haber "comido" mi almuerzo, el estómago vuelve a ponerse en primer plano de prioridades. Veo pasar un azafato y le digo: "I'm very hungry (Tengo mucho hambre)", y el tipo me sonríe y me dice "soon (pronto)". Punto y aparte. Cuando veo venir el carrito con la merienda, y después de la lucha de la cual el sueño y el hambre fueron protagonistas, me entregan un "sanguchito" (sí es todo con "ito" por si no se habían dado cuenta) envuelto en un sobrecito que invitaba a colocarlo en un centro de mesa junto a la fruta de plástico que adornaba cualquier comedor o bien podría caer al pinchar una piñata en un cumpleaños de algún purrete.
Bueno, parece que vamos llegando, cuanto más bajamos la temperatura del aire de afuera más sube! Ahora si...estoy llegando a mi querida Buenos Aires!
Llega el momento de agarrar las cosas y empezar a caminar....
Hasta la próxima!

Mike

sábado, 29 de enero de 2011

El cursito intensivo de inseguridad

No se permiten armas de fuego

Desde nuestra querida Buenos Aires, nos venían anticipando sobre la bendita inseguridad que nos depararía nuestro inevitable y pre pactado destino.
Expresiones como: "vayan juntos a todos lados" (sí como la chicas, por si pensaste eso!) o "a las 7 cierra todo" eran tomadas con pinzas en nuestras mentes argentinas. Nos mofábamos de aquellas precauciones, y como todo porteño piola, egocentrista y exitista hasta el cansacio, creíamos que nos llevaríamos puesto a todo aquel que desentonara con nuestras zapatillas.
Una de las primeras cuestiones protocolares que debimos acatar fue el "cursito" de seguridad, algo así como unas normas que nos darían para desenvolvernos con cierta cautela y pasar desapercibidos ante la mirada ajena.
Entramos en una oficinita con el famoso casquito puesto y la tipa que teníamos enfrente nos empezó a hablar. Como buen observador que soy, exploré el ambiente donde me encontraba sin prestar atención al relato que me estaban propiciando. Miré las caras de mis compañeros, que no se si pensaban lo mismo que yo o si realmente la escuchaban. En el medio del relato hubo un par de frases que me llamaron la atención como "they will kill you for nothing (te matarían por nada)". Apaaaa pensé, por un momento mi temperatura empezó a subir...así que me acomodé cerca del aire acondicionado y desplegué mi mente de argentino que me decía: naaa, no pasa nada, tranqui...en todos lados es igual...
Finalizado el relato ingresamos en otra oficinita, con una morocha enfrente con unos papeles impresos y tres personas más sentadas. La morocha leía y pasaba los papeles, y yo metía un "yes" o asentía con la cabeza cada tanto con la intención de causar el efecto esperado en la interlocutora.
Me dieron ganas de esbozar una pregunta y dejar perplejos al resto de mis compañeros, pero la verdad no sabía de que me habían hablado, así que opté por tomar una decisión sabia: no hablar (algo que debería poner en práctica más a nenudo). Es habitual que diga todo lo que piense y que no piense todo lo que diga...pero este definitivamente no era el momento!

Saludos,
Mile

domingo, 23 de enero de 2011

Comida de la Black M

Mc Donald's Negro

Mientras en Buenos Aires la rutina diaria me llevaría a levantarme y lavarme los dientes, en Pretoria llegaba la hora de buscar "algo" para comer. Ese "algo" vendría dentro de una cajita de ensaladita preparada para satisfacer a nuestro estómago durante el lapso de 45 minutos. La otra opción eran unos fideitos o 3 sanguchitos apretados cual gente en asiento del D en plena hora pico. De tomar, lo mismo de siempre, una botellita que acusaba en su etiqueta "Vitamin" o algo por el estilo. La razón de mi elección estaba basada por un lado en que "parecía buena", lindo envase, tenía como 200 palabras chiquitas explicando las vitaminas y demás yerbas que traía, y por el otro lado era lo más fresco que encontraba. Ese sería el único que me acompañaría durante unos 35 min, sí, así es, 10 min menos que la comida. El Sol sudafricano invitaba a propinarle una serie de improperios en el momento de caminar encontrando un lugar donde comer, y sobre todo cuando estaba sentado y siempre me quedaba alguna extremidad que no escapaba a su mirada.
LLegaba el momento de volver al lugar hostil, darle un par de monedas al trapito sudafricano, convidarle un sonrisa y de vez en cuando una mano levantada a modo de saludo.
Meterse en el auto luego de haberlo dejado solo durante una hora, era como entrar en 1 sauna con ropa de invierno. La piedad del sol se manifestaba ausente y no vaciló en aumentar gratuitamente su temperatura, y hacernos transpirar durante todo el recorrido. Inútiles fueron los esfuerzos del aire acondicionado, optando finalmente por bajar las ventanillas y llegar despeinados, en los casos que aplicara.
Luego de volver a dejar el auto bajo la estrella solar - a fin de cuentas era el que mas disfrutaba del día - emprendía la vuelta al "lugar de trabajo". Era el lugar donde dejaba las cosas, aguantaba las ganas de ir al baño y soportaba el frenesí del ritmo de trabajo europeo.
A percepción personal, la jornada de trabajo del argentino tiene una serie de actos que se pueden simplificar de la siguiente manera: llegar al trabajo, revisar los mails, abrir alguna pagina de diarios online solamente para hacernos los interados en la actualidad y encontrar alguna noticia para defrenestrar al país donde vivimos y así iniciar una discusión sin sentido, volver a chequear el mail, a ver si llegó algo en los 5 minutos que la curiosidad nos invadía, servirse un café, volver al escritorio y volver a chequear el mail. El ritmo de trabajo de los europeos da la sensación que el mismo se desarrollara arriba de una cinta de gimnasio, con la notebook enfrente, un par de euros de zanahoria y al fin de cuentas los que transpirábamos eramos nosotros, los argentinos.
Las largas y extenuantes horas de trabajo bajo miradas austríacas nos tejían una cuerda imaginaria que nos impediría ir por nuestro alimento pero que vendrían recompensadas con numerosas bolsas de hamburguesas de la la gran black "M" acompañadas de unas frias y suculentas papas fritas que disfrutaríamos cual porcinos en busca de su comida sobre un suelo recién alfombrado.
Ante la menor queja producto del hacinamiento al que eramos expuestos obteníamos siempre la misma respuesta: "Don´t think..just work" ("No pienses...Sólo trabajá", para los que no dominan la lengua inglesa).
Nosotros sólo trabajámos, y ellos hasta cambiaban el agua del aire acondicionado portátil, en 1 acto repetitivo que llegaba al nivel de la irritación sumado a la montaña de basura donde las cáscaras de banana parecían prestarse a la fuga.
Y luego...luego llega la noche?? No, eran un par de #00 (oscuros), cuya indumentaria parecía levitar cual acto de magia que dejaría perplejo al más intrépido crítico e invitaba a aplaudir como foca en acuario de costa atlántica!
Nos vemos en la próxima!

Mike

jueves, 20 de enero de 2011

La llegada a la oficina

Entrada de CoC

Bueno, llego el momento de poner los dedos en el teclado y sacarse los zapatos! Copado! El que lee esto diría...les dan servicio de masajes? hacen yoga? Quiero trabajar ahi! Tranquilo/a...no seas ansioso/a y seguí leyendo!
Ni bien bajamos del auto que nos trasladó hasta el Coc (Centro de Calamidad), y atravesamos cual Patronelli en pleno Dakar los obstáculos que el terreno irregular nos presentaba, llegó el momento de entrar a la oficina. Lo primero que tuvimos que hacer fue sacarnos los zapatos, el casco y el chaleco antialgo. La primera impresión que tuve fue de caos! Cables por todos lados, vasos que servían de contenedores a otros vasos que a su vez contenían basura, un par de mesas por aquí y otras por allá. Dejé mis cosas, saqué la notebook, busqué algún lugar donde acomodarme (no de estar cómodo, sólo de estar físicamente asentado en algun lugar) .No habíamos conseguido adaptadores para enchufar el artilugio informático, así que me conformé con las 3 horas de batería que me quedaban mientras observaba como me miraba el resto. Empezaba a transpirar, las letras del teclado se fundían con el fondo negro y el aire portátil acondicionado estaba mas pintado que mi notebook cuando se acabe la batería.
El cable con ficha argenrtina era solo útil para sostenerme los pantalones y convertirme en el mugatu de la indumentaria informática (ver zoolander si desconoce lo anterior).
El hambre también se hacía presente y con ello la desesperación. Hurgué por una mesita improvisada con botellas vacías encima cuyo gas se había evaporado seguramente un par de semanas atrás, y se podría decir que también estaban pintadas. Había un par de galletitas, que yacían desparramadas por la mesa y el paquete que ya había perdido su forma producto de ser manoseado a mansalva. Tras ver esa escena de canibalismo en tamaño de snack corrí mi mirada y opté por seguir tomando agua.
Luego de 1 par de horas las oficina comenzó a teñirse de color mezclandose con mi verde color esperanza, resultando en algo poco agradable a la vista.
La ida al baño era una travesía, tenías que volver a ponerte el casco, el chaleco antialgo y las botas de leñador. Te volvías a meter en el terreno pantanoso de la obra, sorteabas un par de obstáculos, caminabas como 5 cuadras, pasabas un cerco alambrado, te fumabas las caras de los #00 que te miraban imaginando que los veías como algo raro, como si el 3D del que era protagonista nos permitía hasta sentir su olor....y tenían razón! Finalmente llegabas al baño, cansado, y la única sonrisa que se me dibujaba es haber llegado...solo eso, cual viejito tratando de llegar al baño. Y después, después la vuelta, y a no volver! Si hay algo que se aprende es a aguantar!
Hasta la próxima!

Mike

miércoles, 19 de enero de 2011

Suelo hostil monocromático

Mención del riesgo que se corre al pisar suelo sudafricano

Llegó el momento de pisar suelo sudafricano, la espera se había terminado. Las noches de ansiedad mirando el techo y recordando al legendario mukenio llegarían desde ahora, 5 horas más rápido.
Ni bien el avión aterrizó recordé 2 cosas: la primera era que no me había puesto el cinturón, y la segunda era que al despegar tampoco lo había hecho. Y bueno, lo hecho hecho está, si salía despedido por el grado mínimo de proximidad con el asiento de adelante muy lejos no iba a llegar.
Dado mi alto nivel de excitación me paré primero que todos, saltando a mis compañeros, siendo más difícil aún volver a sentarme tras los gestos que el azafato me dirigía desde lejos indicando que como siempre me había adelantado.
No toleraba más a mi compañero hiperkinético de enfrente que volteaba muy a menudo para observar el flequillo de mi compañera de atrás y decirme: "es una bomba...mi futura esposa", o golpearme en la frente con una risita de liliputiense cada vez que
me colocaba el tapaojos para dormir. Peor aún, en el momento en que decidí ir al bañlp a cumplir con mi rutina de lavado de dientes sorpresa fue la mía al volver y encontrarme con esta persona sentada en mi asiento, con las rodillas flexionadas y hablando con esta señorita, que encima estaba con sus padres, una verguenza.
Ya bajado del avión comencé a caminar hasta las puertas del aeropuerto, previamente buscando mi valija embalsamada, momento que merece una especial atención. Las valijas van girando y yo como un nabo mirando a ver si distinguía la mía, como explicarlo, la situación se asemeja a cuando uno ve venir alguna oportunidad de lejos, se va acercando hasta que está muy cerca y si no tira la mano a tiempo siente que se le escapa. Creo que cuanto más tarda en llegar la valija uno más se desilusiona, ve al resto que agarra su valija como diciendo: venga con papá...a ver como me la trataton. Y cuando llega la de uno, después de 200
vueltas la agarrás de costado, ya resignado y la empezás a empujar.
Mientras más caminaba mis ojos bajaban la persiana, así que comencé un diálogo interno cual regla de juego del tipo ganar yo, perder mis ojos.
Tengo que ser sincero, siempre que emprendo algo soy bastante pesimista, y en este caso me temía lo peor, pero yo que se, siempre queda algo para darnos una sorpresa.
Nos embarcamos en una camioneta y partimos hacia Pretoria. El plan era llegar, dejar las pertenencias en el hotel e ir a trabajar.
Sí, así es, sin dormir, haciéndome quedar como un deudor incobrable con mi sueño. El hotel, de 4 estrellas muy bonito, mi sonrisa parecía ser ajena al sueño y se veían un par de dientes que asomaban. La cama de 2 plazas, muy cómoda, un lcd o led tv bastante grande pero con 4 canales sudafricanos sin subtítulos. Repartí la ropa por donde pude, y salí al encuentro de mis compañeros.
Nos repartimos en 2 grupos, un grupo iría hacia un lugar llamado DalPark y el otro, donde estaba yo incluído hacia un lugar llamado CoC (bien llamado Centro de la Calamidad por un compañero).
Emprendimos un viaje de 20 min y mi cabeza rebotaba contra el vidrio en una frecuencia que aumentaba, vislumbrando el paisaje que atravesábamos, teñido de un solo color (El #000000 para los informáticos).
Cuando dije una líneas atrás de mi pesimismo, y tras arribar a destino me dí cuenta que me habían mentido, era peor de lo que pensaba. Con casco en la cabeza, chaleco antialgo y botas militares me dirigí hacia la entrada, sorteando todo clase de
irregularidades que un edificio en construcción presenta. Me sentí estando en el Dakar, un todo terreno.

En la próxima entrada postearé sobre la oficina!
Saludos,

Mike